1 de mayo: museo cerrado.

¿De quién y para quién es el museo?, ¿cómo podemos crear un museo inclusivo?

 

En la obra de Frans Hals, Grupo familiar ante un paisaje (c.1645-1648), hay una figura que a primera vista parece fundirse en un segundo plano, pero si reparamos en ella, vemos que nos confronta con su mirada directa. La única persona negra retratada en el cuadro, a la vez parte del conjunto y ajeno a ella, su mirada nos plantea muchas preguntas: primero sobre su relación con los otros retratados, pero más allá de eso, sobre su relación con el espectador y con el museo. Esta mirada me llena de curiosidad e inspira mi reflexión sobre la raza y la diversidad en los museos, empezando con cuestiones básicas como ¿de quién y para quién es el museo?, ¿cómo podemos crear un museo inclusivo?

«Entre los centenares de millares de cuadros que hay en los museos del mundo, ¿en cuántos de ellos aparecen hombres o mujeres o niños negros? ¿y cuántos quedan si se descuentan los que aparecen como esclavos, o servidores, o comparsas de decorados exóticos?», se preguntaba hace poco Antonio Muñoz Molina en su reseña de la exposición de Kerry James Marshall en el Metropolitan de Nueva York. Podríamos añadir, y ¿cuántos han sido pintados por artistas negros? ¿cuántos visitantes del museo son negros o de grupos étnicos minoritarios? Los museos tienen color, y no es tan sutil ni variado como la infinidad de tonos utilizados por los artistas en sus obras.

La relación de los museos con la raza, y la «negritud», es incómoda, por lo que abordar esta cuestión puede serlo también. En general, las personas negras y lo «negro» son un elemento invisible y ausente en nuestros museos.

Cuando ha habido visibilidad no siempre ha sido de forma positiva: pongamos de ejemplo el «Negre de Banyoles» (el cadáver disecado de un hombre negro de etnia San del siglo XIX) expuesto en el museo Darder hasta el año 2000. Su retirada y repatriación a Botsuana se llevó a cabo finalmente gracias en parte a la intervención de la ONU. Aunque no siempre se muestre de forma tan extrema, los museos deben enfrentarse a este pasado de legado colonial. Como transmisores y cuidadores de la cultura los museos tienen un papel clave, pueden tanto reforzar esta visión «blanca» como ofrecer una revisión crítica. Pensemos en el impacto en los visitantes del museo: en EEUU, donde la participación del público está más estudiada, se ha comprobado que el público afroamericano también está infra-representado entre los asistentes. Si el museo va a ser realmente de todos y para todos se hace necesario reconsiderar el discurso de la raza que se presenta.

Para los artistas negros esta invisibilidad y ausencia del canon artístico es especialmente problemática, y son varios los que lo abordan de forma explícita en sus obras, como Kerry James Marshall o Awol Erizku, por ejemplo, reinterpretando obras clásicas o buscando nuevas expresiones de la negritud.

Propongo un ejercicio (si no lo han hecho ya): visitar cualquier museo (desde el Prado al museo local de su elección) y hacer un recorrido prestando especial atención a la visibilidad e invisibilidad de las personas y artistas negros y de otros orígenes. Tendremos que reconocer nuestra perspectiva como espectadores, como mujer blanca en mi caso. Cuando menos, este recorrido nos aportará una mirada nueva sobre obras ya conocidas, seguramente también nos proporcione sorpresas, enriqueciendo nuestra experiencia del museo y acercándonos a nuevos significados. Es un punto de partida para abrir un espacio de discusión y acción en el museo.

Si buscamos acercar públicos más diversos al museo no sólo debemos pensar en términos de visitantes y en acciones educativas, en iniciativas de «diversidad» para trabajar con colectivos específicos... lo que cuelga de las paredes también importa. Aparte del criterio artístico o cultural, los museos presentan y representan un discurso de género y raza, y el primer paso será reconocer que el museo no es un espacio neutro. Conseguir que el museo sea realmente de todos (y creo de verdad que debe serlo) implicará un trabajo conjunto y coordinado de todos los departamentos: educación, colecciones, márketing etc. Porchia Moore en su artículo defiende que crear un museo inclusivo es en realidad un trabajo de co-creación. Las acciones puntuales pueden tener un efecto positivo limitado, pero se hace esencial crear vínculos de creación y colaboración a largo plazo para lograr una verdadera transformación. Miremos lo invisible, repensemos el color de nuestros museos.

Fecha de publicación:
21 de Noviembre de 2016
Imagen
Karen Campos McCormack

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