No cabe duda de que uno de los debates más candentes en los últimos años en torno a la educación en los museos, es el de la situación y consideración de sus profesionales.

Más allá de cuestiones éticas sobre la situación de estos trabajadores, de asuntos morales que hablan sobre el derecho de toda persona a tener un trabajo estable y un salario digno, la situación refleja el nulo interés que estas instituciones tienen, no solamente sobre la situación de estas personas, sino especialmente el que tienen hacia la que es una de las consideradas funciones de los museos.

Pero la cuestión de la precariedad y del desmantelamiento de lo educativo como función, ya ha sido tratado en muchas ocasiones. En esta entrada lo que quiero poner de manifiesto es que esa precariedad conlleva la precarización de los proyectos y por tanto de la función: sin equipos de trabajo estables, sin proyectos a largo plazo, lo educativo en estas instituciones puede quedarse solamente en lo testimonial y desde lo testimonial solamente hay un paso a lo anecdótico.

A mi modo de ver, uno de los problemas en la consolidación de la educación en museos, ha sido concebir las acciones como puntuales y aisladas unas de otras. De este modo, al no estar inscritas en un proyecto amplio, en una programación de ambiciones más globales, ha sido muy complicado una argumentación sólida del hecho educativo y la reflexión, al centrarse en momentos puntuales y no en procesos, no ha sido lo suficientemente profunda.

Pero para poder desarrollar proyectos educativos a largo plazo, es imprescindible la creación de equipos educativos estables. Un equipo estable, puede hacer un seguimiento del proceso educativo con la perspectiva del tiempo, evaluar los procesos de transformación y ajustar la maquinaria para hacer más efectiva su labor. Un equipo estable puede diseñar los proyectos de una manera estratégica, conectando las acciones unas con otras e imbricando estas con el resto de acciones generadas en la institución. Un equipo estable, apuesta por la madurez profesional de los educadores y pone en valor su experiencia, cosa que redunda en una mejor calidad de lo educativo.

Pero los equipos estables nunca deben ser equipos inmovilistas o cerrados. Una de las críticas que se suelen hacer a este tipo de equipos es que tienden a acomodarse, como si ese fuera un problema solamente de los profesionales y no de las instituciones que deben ser ser capaces de generar espacios de trabajo motivadores y proyectos ilusionantes para los equipos.

Fecha de publicación:
23 de Mayo de 2016
Imagen
Rufino Marcos

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