El pasado 16 de junio realizamos un encuentro virtual sobre el trabajo del museo con población en ámbito penitenciario. En este post os contamos algunas de las ideas extraídas.

En la charla virtual  pudimos contar con  Ana María Gordaliza, socióloga, psicoanalista y coordinadora de actividades  culturales y ocupacionales del Centro Penitenciario Madrid III (Valdemoro); Montserrat Rincón, profesora titular del CSEU La Salle en el Grado de Terapia Ocupacional, directora y terapeuta ocupacional del Servicio de Apoyo Psicosocial e Intermediación Comunitaria (SAPIC) para personas con trastorno mental grave en ámbito penal y penitenciario; Ana Isabel Sánchez, psicóloga y coordinadora de actividades ocupacionales y culturales del Centro Penitenciario Madrid IV (Navalcarnero), expertas las tres en el trabajo con estas poblaciones y con una larga experiencia  en el uso del arte, la cultura  y también en la colaboración con el museo.

Durante el diálogo, en el que pudimos ir repasando las actividades que desde hace una década venimos realizando de manera intermitente con centros penitenciarios, hablamos de los diferentes elementos que impactan en estas poblaciones y lo que detona la relación y la experiencia en el museo en las personas en régimen de privación de libertad.  Cuestiones como la cesión de rol, el diálogo, el espacio de protagonismo, la experiencia significativa frente al consumo cultural, la necesidad de entender la prisión como parte de la comunidad... son algunas de las que se pudieron sobre la mesa.

Para muchas de las personas  en régimen penitenciario estas experiencias son, a veces, su primera experiencia con un museo. Son personas que recogen en sí mismas, a menudo, la interseccionalidad de numerosas identidades o etiquetas que han vivido manera estigmatizante y es interesante como las acciones  con el arte y la cultura, ya sea como productores o como visitantes, les han permitido, de un modo emancipador, reconectar con otros ámbitos de sus vidas y adueñarse de sus propias narrativas.

Otro tema que se planteó fue el de la comunicación y el ámbito penitenciario; el cómo poder entrar en contacto y acceder para proponer experiencias. Donde el papel  de las diferentes coordinaciones culturales,ocupacionales y el de otros profesionales de esos espacios son  la mejor puerta y el aliado principal para el acceso a ese trabajo con los diferentes grupos con los que se trabaja: salud mental, rehabilitación en adicciones, grupos familiares, jóvenes, módulo de respeto...

Un punto interesante es cómo el museo, en algunas actividades como las de familia, se ha convertido en un lugar de encuentro que ayuda a fortalecer los lazos familiares en espacios y experiencias  normalizadas y no estigmatizantes a través de acciones pensadas para que a lo largo del día todo se transforme en una vivencia estética y en un hecho significativo en la vida de los participantes.

Una idea importante que surgió fue la necesidad de que las entidades culturales acudan y busquen el contacto con los espacios penitenciarios, por la dificultad del propio ámbito de salir y cómo esta es la asignatura pendiente de la institución penitenciaria, abrirse y transformar la mirada.

Esta difícil relación entre el adentro y el afuera se planteó como algo a repensar y como una herramienta con la  potencia del arte, como medio de abordar y expresar el sufrimiento, puede ayudar con su poder emancipador, su capacidad vehicular y su potencial transformador. Una relación la de la comunidad con la institución llena de posibilidades si se abre y se replantea.

Al final palabras como posibilitar, humanizar, proyectar, narrativas, acoger, permear, anclar e incluso agujerear y tender puentes son el pequeño glosario que nos quedaba en resumen.

Cerramos con la idea de que son las profesionales de ámbito penitenciario a quien podemos  acudir para poder franquear esas barreras de acceso y construir esos puente y como en una relación que beneficia a todos los implicados tanto institucional como personalmente..

Entre las personas que nos siguieron se encontraba una persona que tras su experiencia en el ámbito penitenciario con Ana  S. y Ana G. ha seguido creando y compartió con nosotros su obra. A través del chat reforzó en su papel actual como creador visual los puntos tocados en esta charla.

El encuentro duró una hora  nos supo a poco y que nos deja con ganas de seguir profundizando en el tema y ampliando el diálogo con otros agentes y nuevas voces.

Fecha de publicación:
18 de Junio de 2020
Imagen
Alberto Gamoneda

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