¡El museo se va a la escuela!

En junio, poco antes de que llegasen las vacaciones de verano, mi compañera Ana Andrés y yo nos fuimos de visita al Colegio San José Salesianas de Madrid, invitadas por Reyes González y Raúl Martínez. Reyes y Raúl son dos docentes de generaciones distintas y que trabajan en campos de conocimiento diferentes. Se encontraron hace algunos años en el colegio y pronto descubrieron que tenían inquietudes similares y una idea común de la educación. Decidieron trabajar juntos para crear un programa alternativo de educación artística para sus grupos escolares. Así nació Senti2, un trabajo voluntario por el que el año pasado recibieron la mención de honor de los Premios Nacionales GSD de Innovación Educativa.

En el museo, conocemos a Reyes y Raúl porque sus ganas de “hacer para aprender” les han llevado a participar de forma muy activa en el proyecto Musaraña. En el último encuentro presencial del curso 2018, Terminan las clases, los y las docentes compartieron los proyectos realizados durante el curso, por lo que las educadoras del museo pudimos ver todos los trabajos pues las presentaciones se hicieron de forma simultánea. Así que, Raúl y Reyes nos propusieron presentarnos el suyo en el colegio y, ¡allí nos desplazamos!

Con la misma curiosidad e ilusión que cuando éramos niñas y nos íbamos de excursión con el colegio, Ana y yo salíamos, por fin, de nuestro museo para ver cómo este se expande más allá de las cuatro paredes de su edificio histórico. La acogida en el colegio fue amable y cariñosa; imagino que nuestra visita había causado cierta expectación. Reyes y Raúl nos presentaron a algunas docentes del centro y al alumnado que había trabajado en el proyecto Senti2.

Este curso decidieron investigar sobre el papel de las mujeres en el arte y poner en relación la colección del Museo del Prado con la del nuestro. Trabajaron por grupos y escogieron dos retratos de mujeres en las pinturas para estudiar sus vidas y ponerlas en relación a través del diálogo entre ellas. De este modo, les dieron voz y ayudaron a que compartiesen su experiencia de vida con otras mujeres que no tenían por qué coincidir en el tiempo o en el espacio. Para la presentación montaron una exposición, titulada Diálogos silenciados, que explicaban los/-as mismos/-as alumnos/-as y, como las imágenes no pueden hablar entre ellas, crearon un sistema de código QR para que el/la espectador/-a de la muestra pudiese escuchar la conversación entre las dos mujeres a través de su dispositivo móvil. Además, escribieron cartas ficticias que servían para conocer las relaciones imaginadas por el alumnado entre las mujeres.

Desde luego que el proyecto nos pareció muy interesante, pero lo que más valoramos Ana y yo es que hemos aprendido a situarnos en el contexto de los grupos que nos visitan en el museo. Con la ventaja, eso sí, de que nosotros ya teníamos dos aliados: Reyes y Raúl.