EducaThyssen. Interseccionalidad como práctica educativa
En EducaThyssen seguimos creyendo en un museo que no solo interpreta el pasado, sino que se compromete con el presente y mira críticamente hacia el futuro. Os contamos algunos de nuestras ideas en este sentido.
En el Área de Educación del Museo Nacional Thyssen-Bornemisza trabajamos desde la convicción de que la mediación cultural no puede pensarse sin un compromiso real con la diversidad, la justicia social y la equidad. En este camino, la interseccionalidad no es solo un enfoque teórico, sino una herramienta fundamental que guía nuestros proyectos, decisiones y metodologías. Entendemos la interseccionalidad como el reconocimiento de que las personas no viven realidades únicas ni homogéneas, sino que sus experiencias están atravesadas simultáneamente por múltiples dimensiones —género, clase social, racialización, edad, capacidades, orientación sexual, situación administrativa, entre otras— que condicionan su acceso a los derechos culturales. Por eso, en EducaThyssen diseñamos propuestas que buscan responder a estas complejidades desde la escucha, el respeto y el trabajo colaborativo.
En un contexto global de creciente polarización, discursos simplificadores y retrocesos en derechos fundamentales, sostener una educación interseccional es más necesario que nunca. La interseccionalidad permite comprender cómo las desigualdades no se suman de forma lineal, sino que se entrecruzan generando formas específicas de exclusión. Abordar esta realidad en el ámbito educativo no es una opción, sino una responsabilidad ética. Desde esta mirada, la mediación cultural no puede limitarse a “acercar el arte” de manera neutra. Necesita preguntarse a quién está representando, a quién está incluyendo o excluyendo, qué relatos perpetúa y qué cuerpos quedan fuera de la experiencia estética y del derecho a participar plenamente de la vida cultural. Solo una perspectiva interseccional permite detectar y transformar esas lógicas de exclusión que muchas veces son invisibles para las instituciones. No se trata de algo que solamente afecte al campo de la Educación Social y/o Comunitaria, es algo que está presente en todo nuestro trabajo: No se trata únicamente de hacer el museo accesible, sino de transformar el propio museo desde las relaciones que construimos.
Trabajar desde una perspectiva interseccional no está exento de dificultades. En la coyuntura actual, caracterizada por el auge de discursos negacionistas y ataques a las políticas de igualdad, sostener esta línea de trabajo supone un reto. A menudo, lo interseccional es malinterpretado como un enfoque ideológico o como una fragmentación de los públicos, cuando en realidad es una forma compleja y responsable de entender el mundo. Las instituciones culturales no estamos al margen de estas tensiones. La creciente instrumentalización del museo como espacio de consumo cultural, la presión por obtener indicadores rápidos de impacto o la dificultad para mantener procesos sostenidos con comunidades, pueden debilitar las prácticas interseccionales. A esto se suma la necesidad constante de justificar el valor de lo educativo frente a otras áreas del museo. Aun así, creemos firmemente que una educación transformadora solo puede pensarse desde el reconocimiento de las múltiples opresiones y resistencias que configuran nuestras sociedades. Apostar por lo interseccional es, para nosotras y nosotros, una forma de situar la educación como motor de cambio institucional y social. En
En EducaThyssen seguimos creyendo en un museo que no solo interpreta el pasado, sino que se compromete con el presente y mira críticamente hacia el futuro. La interseccionalidad no es una moda ni un adorno discursivo: es un marco ético y político que nos permite construir una mediación cultural sensible, situada y abierta a la transformación. Un museo más justo es, necesariamente, un museo más complejo. Y esa complejidad, lejos de ser una amenaza, es la materia misma del aprendizaje.