¡El deseo mueve todo lo que hacemos y si no hay deseo no hay acción y no hay transformación! Soy Ayelén Rodríguez y os hablo en este post de mi experiencia con educaTHYSSEN!

Tradición y rebelión: Un paseo desde una posible visión latinoamericana crítica y decolonizadora. Desde que la mirada de nuestros antepasados precolombinos se cruzó con la mirada de nuestros antepasados españoles, nos vimos forzados a reconstruir nuestra identidad en función de un otro, de cómo nos veía ese otro y como nos veíamos en relación al otro. En ese momento ya mucho se había escrito en Europa sobre la figura del artista genio, sobre qué era arte y sobre las academias. Cuando se funda la ciudad de Buenos Aires, en Europa, ya habían atravesado la pintura medieval, el renacimiento y estaban viviendo el barroco. Los museos se crean en Europa en el siglo XVIII para albergar colecciones reales y legitimar el poderío de la monarquía y la iglesia, quienes además eran los únicos comitentes junto a familias adineradas y poderosas de la burguesía. La identidad de los museos latinoamericanos se crea desde esta lógica rupturista con lo colonial, o muy por el contrario, termina legitimando una superioridad.

Con toda esta nube de pensamientos inconexos, y no tanto, entre mis textos formativos de Andrea Giunta y Laura Malosetti Costa y mi militancia feminista como trabajadora de la cultura, viajé al Museo Nacional Thyssen-Bornemisza a tener una experiencia participativa junto al equipo educativo. Me propuse ir con una mirada crítica y confiada respecto del trabajo pedagógico y curatorial que realizamos en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, y con todo el entusiasmo y la curiosidad que genera la exploración de un nuevo sitio. Sin duda y afortunadamente los museos han cambiado mucho desde aquellos tiempos de la colonia, y se han vuelto plataformas de interacción fundamentales entre la comunidad y las instituciones. Principalmente dos factores han cambiado, uno es que el foco de los museos en la actualidad está puesto en el público y en segundo lugar la aparición de la figura del educador / educadora que funciona como puente afectivo / efectivo entre el público y la institución.

Las propuestas pedagógicas habilitan otras formas de mirar y recorrer al museo, tangenciales e intersticias al relato curatorial. El Museo Nacional Thyssen-Bornemisza  presenta una colección cerrada, principalmente de pintura, con una curaduría cronológica. El desafío del equipo educativo allí es reinventarse constantemente creando diversas propuestas basadas siempre en una misma colección, como también integrar los debates actuales como es el caso de la perspectiva de género. Una de las fortalezas más grandes de este equipo educativo es su estabilidad, algunos de los educadores tienen más de quince años trabajando allí. Esto se refleja sobretodo en la comunicación y en su capacidad de trabajar en equipo, de reflexionar luego de cada visita, cada taller y repensar sus propias prácticas pedagógicas. Esto es realmente impensable en Buenos Aires donde la gran mayoría de los trabajadores de la cultura estamos precarizados o con contratos inestables. Es muy difícil tener la certeza de que tendremos trabajo el próximo año, y es por este motivo que los equipos en los museos se desintegran con facilidad. Nuestra esencia es el cambio y la adaptabilidad. Estas son características que en otras partes del mundo funcionan como virtudes y nos transforman en personas TODO TERRENO. 

Algo que noté en el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza y en Madrid en general es que los artistas contemporáneos no ingresan al Museo. Están en otros circuitos artísticos como es el caso de la Tabacalera, la Casa Encendida o Matadero Madrid. Los museos están dedicados a sostener la tradición de la pintura occidental. En este sentido el trabajo del equipo educativo del Museo Thyssen es revolucionario y disruptivo y está completamente alineado con el trabajo que hacemos en el Museo Moderno de Buenos Aires. El Museo Moderno alberga una colección del siglo XX pero cuenta con diversas exposiciones temporarias y contemporáneas en simultáneo. Ambos equipos apuntan a diseñar programas hechos a medida y atendiendo a las necesidades específicas de las diversas comunidades, corriendo el protagonismo del museo y escuchando al visitante.

La posibilidad de contar con artistas jóvenes y vivos exponiendo actualmente en el Museo Moderno hace que los mismos se involucren de otra manera con el público y la institución, viniendo a dar talleres o charlas. De esta manera se humaniza la figura del artista y se acerca a la comunidad tal como las vanguardias artísticas se integran a la vida cotidiana.

A partir de la oportunidad de intercambio con el equipo educativo del Museo Nacional Thyssen-Bornemisza pude reafirmar mis prácticas como educadora y curadora comunitaria, pero principalmente moverlas, repensarlas y sacudirlas. La experiencia fue un hermoso catalizador de creatividad sin límite y desde mi regreso pude diseñar diversos programas en el Museo Moderno que partieron de las propuestas inspiradoras del Área de Educación que más me marcaron, principalmente con infancia. Eso que llamé MIS CICATHYSSEN.

A veces desplazarte en el mapa, no solo simbólicamente como señaló el uruguayo Torres García con NUESTRO NORTE ES EL SUR, cuando pensaba en estrategias decolonizantes de la mirada, sino físicamente, moverte y viajar, genera aquello por lo que todo ser humano debiera siempre luchar, y eso es no perder la capacidad de DESEAR. El deseo mueve todo lo que hacemos y si no hay deseo no hay acción y no hay transformación.

Ayelén Rodríguez. Coordinadora del Área de Comunidades en MAMBA, Museo de Arte Moderno de Buenos Aires,  Argentina.

Fecha de publicación:
15 de Abril de 2020
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Ayelén Rodríguez
Información sobre el autor:
Coordinadora del Área de Comunidades en MAMBA, Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, Argentina.

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