Museum Entanglement: The Thyssen and its Social Ecosystem
¿Qué significa que un museo “entre en relación” con su ecosistema social? ¿Qué implica descentrar la figura del experto, abrir el archivo a lo sensible, habitar el conflicto como potencia generativa? Os contamos el proyecto Museum Entanglement.
El programa de estudios independientes Organismo | Arte en ecologías críticas aplicadas, impulsado por TBA21–Academy y el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza a través de su Área de Educación y su Departamento de Contenidos, quiere ser una aportación singular en el panorama museístico español. Lejos de limitarse a prácticas expositivas tradicionales, esta iniciativa activa una ecología crítica que atraviesa tanto los modos de producción del conocimiento como las formas de institucionalidad. En concreto, el caso de estudio en el que más activamente participa el Área de Educación es Museum Entanglement (Museo entrelazado): The Thyssen and its Social Ecosystem. En él se propone un ejercicio especulativo que toma al propio museo como objeto y sujeto de una relectura radical. No se trata aquí de una simple metáfora ecológica, sino de una invitación a repensar el museo como un nodo enredado en múltiples sistemas de relaciones: humanas y no humanas, visibles e invisibles, materiales y afectivas.
Museum Entanglement opera en el terreno de lo que algunas corrientes críticas han denominado institucionalidades especulativas: formas de pensar, imaginar y activar instituciones que no se rigen por los parámetros normativos del presente o del pasado, sino que ensayan futuros posibles desde un presente cada vez más inestable. A diferencia de los intentos de reforma institucional tradicionales, estas prácticas especulativas no buscan corregir disfunciones, sino abrir grietas, desbordar lógicas hegemónicas y generar otras formas de existencia institucional. Son dispositivos performativos que no simplemente describen, sino que instituyen imaginarios. En este contexto, el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza se vuelve un campo de experimentación donde la propia idea de museo es interrogada, desplazada y reconfigurada. Esta relectura especulativa del museo a la que tanto estamos acostumbrados en nuestra labor educativa, se articula a través de ficciones activas que, lejos de ser relatos irreales, se constituyen como herramientas de pensamiento crítico. Las ficciones especulativas, en este caso, no narran un futuro distópico ni proyectan soluciones utópicas, sino que introducen posibilidades de lo que aún no es el museo, pero podría llegar a ser. Se trata de una imaginación política situada que ensaya vínculos alternativos, alianzas improbables y ecologías relacionales que transforman el rol del museo en la sociedad. Así, el museo deja de ser exclusivamente un templo de la contemplación para devenir interfaz, membrana porosa, organismo mutante.
Esta mutación institucional no se resuelve en un nuevo modelo a replicar, sino que permanece en estado de pregunta, de deriva, de interpelación continua. ¿Qué significa que un museo “entre en relación” con su ecosistema social? ¿Qué implica descentrar la figura del experto, abrir el archivo a lo sensible, habitar el conflicto como potencia generativa? Museum Entanglement no ofrece respuestas absolutas, pero sí construye un andamiaje conceptual y afectivo que nos permite habitar el museo desde otros lugares, entre ellos los educativos. En lugar de responder a la demanda de participación con discursos domesticados, se arriesga a imaginar cómo sería una institución viva, inestable, capaz de reconocer sus propias violencias y complicidades. El proyecto se enmarca así en una genealogía de prácticas críticas desarrolladas por el Área de Educación del museo que entienden la institución como un espacio de fricción y de posibilidad, donde el relato moderno y extractivista del museo puede ser interrumpido, contaminado o incluso disuelto. En ese sentido, Organismo no es un programa sobre la sostenibilidad del museo, sino una intervención sobre su propia condición de posibilidad. Es una apuesta por lo improbable, lo inacabado, lo indisciplinado, lo educativo. Y al hacerlo, recupera el potencial más político de la imaginación no como evasión, sino como herramienta para abrir lo real a lo que aún no ha sido.