Cerrar el círculo
Mi nombre es Jonás Bel y, antes de nada, creo que he de hacer un pequeño resumen de cómo acabé estudiando Historia del Arte, ya que pienso que es conveniente para entender el porqué de este pequeño relato. Aunque nunca tuve una vocación clara, razón por la cual cuando llegó el momento de dar el paso a la universidad no sabía qué carrera cursar, siempre tuve una vinculación muy cercana con la fotografía, el cine y la televisión gracias a mi padre. Todo apuntaba a que, aunque no tuviera bien afinado el punto de mira, el disparo más acertado era estudiar comunicación audiovisual, pero, tras informarme, asistir a alguna clase como oyente y visitar la facultad de la Complutense vi que ese no era mi lugar. Los meses pasaban, el periodo de matriculación estaba a punto de iniciarse y mi incertidumbre —y la de mi familia— se acrecentaban. Al final, la solución me la dio un amigo de mi padre: “deberías estudiar Historia del Arte”, me dijo. “Ahí podrás intentar comprender la imagen desde la teoría y, a través de cursos técnicos, formarte prácticamente en aquella expresión artística que más te interese”. Y así hice, fue un buen consejo que me ha traído grandes recompensas en mi vida, tanto en lo personal como en lo profesional. A lo largo de las casi tres décadas que llevo trabajando, he hecho muchas cosas en lugares muy diferentes, pero, de un tiempo para acá, una buena parte de mi labor se centra en la reproducción fotográfica de obras de arte y documentación de exposiciones para diferentes museos y galerías, aunándose ese trabajo fotográfico práctico que elegí con los espacios destinados a la teoría, investigación, conservación y difusión del arte. Tal y como yo lo veo, el círculo se cierra de la misma manera en que se abrió al elegir qué estudiar y a qué dedicarme: encontré mi manera de poder estar cerca, pegado, a aquello que solo veía en libros o diapositivas. Es un privilegio.