Pelícanos, gallinas, jilgueros...
Durante el siglo XVII, en los Países Bajos, surge un nuevo género dentro del gremio de artistas: la pintura de aves. Melchior de Hondecoeter (1636-1695) fue el más notable en esta especialidad. En una época en que la que la obra decorativa era reclamada por burgueses y propietarios de orangeries, Hondecoeter destacó como artista de aves, hasta tal punto que se veía forzado a cumplir encargos repitiendo fragmentos de obras anteriores, como queda bien patente en las varias versiones del cuadro Un pelícano y otras aves cerca de una piscina (La pluma flotante), que vemos en esta galería —¿sabrías identificar algunas de las especies de ave que aparecen en la obra?—. Mucho más tarde, Paul Gauguin (1848-1903) encuentra en las aves de corral un motivo menos pomposo, como ocurre En el gallinero, de hacia 1878. Con estilo suelto y pincelada gruesa sintetiza en pocos trazos el mundo rural, la armonía entre ser humano y naturaleza que tanto buscó.
A lo largo del siglo XVII el bodegón adquiere el carácter de género por sí mismo, permitiendo a las y los artistas lucirse en la representación de los cristales, el metal o las texturas de frutas y flores, aunque aún con una importante carga de lección moral. Las aves hacen su aparición en estas obras, la mayoría de las veces como piezas de caza dispuestas en una mesa, como ocurre en la pintura de Clara Peeters (h. 1588-h. 1621) Bodegón con gavilán, aves, porcelana y conchas, de 1611, que puede verse en el Museo Nacional del Prado. Por su lado, pintores como Willem van Aelst (1627-h. 1687) en Bodegón con frutas, de 1664, incorpora a los jilgueros como elemento vivo, sin atisbo de vanitas ni mensajes morales, simplemente dejando constancia de la belleza de lo natural.
Dentro del género de la pintura de aves es muy relevante la pieza El cisne amenazado de Jan Asselijn (h. 1610-1652) que, más allá de su valor artístico, destaca como alegoría política —la obra puede contemplarse en el Rijksmuseum—. En dicha pintura, el cisne defiende su nido frente a un perro apenas visible, identificado en su época como el enemigo del estado. El realismo del vuelo seguramente se consiguió colgando a un ave muerta de una serie de hilos para dibujarla mejor, un truco que después usaría el naturalista y pintor John James Audubon (1785-1851).